... O sobre cómo de vez en cuando hay que detenerse para jugar, pararse delante de una tabla vacía con la mente en blanco y ningún boceto, ninguna idea, ningún objetivo, sin ningún tipo de prejuicio ni pretensión. Sin miedo.
Pintar por pintar, recortar, encolar, manchar, estropear, salpicar, sonreír. Un fin de semana cualquiera, a la luz del atardecer en el patio silencioso.
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